Acelga


Una verdura desprestigiada que, sin embargo, posee grandes cualidades nutricionales y gastronómicas
Las acelgas siempre han estado injustamente tachadas de verduras insípidas, cuyo único uso en la cocina estaba destinado a las dietas hipocalóricas. Ser simplemente hervidas ha sido su sino durante décadas, pero no hay nada más lejos de la verdad: las acelgas tienen muchísimas posibilidades gastronómicas y cada plato que se prueba es aún más sabroso que el anterior.

Nutricionalmente destacan, además de por su bajísimo valor calórico (sólo 20 kilocalorías por cada 100 gramos), por las apreciadas cantidades de vitamina C, ácido fólico y potasio. La fibra también es destacable entre sus propiedades, el contenido en grasas es prácticamente inexistente y carecen de colesterol.

En Alemania es una de las verduras más apreciadas. Italia, Holanda y Suiza, también son países fanáticos de su sabor y de sus cualidades. Le recomendamos una serie de trucos y unas recetas para que lo compruebe.

Escoja acelgas que no presenten aspecto pasado, con las hojas brillantes y con un color verde oscuro uniforme. Será la mejor garantía de calidad y frescor.

Para cocerlas, píquelas muy menudas y lávelas bien con agua fría abundante. Póngalas en una olla con agua fría y sal y déjelas cocer destapadas durante unos 30 minutos desde que rompe el hervor. Escúrralas bien. Así quedarán en su punto.
Las hojas verdes más externas son más vitaminadas (hasta 50 veces más en el caso de la provitamina A).

Clasificación científica
Pertenece a la familia de las Quenopodiáceas que comprende unas 1.400 especies de plantas propias de zonas costeras o de terrenos salinos templados. La acelga es de la especie Beta vulgaris, variedad cycla.

Origen y zonas de cultivo
Es una planta con grandes hojas verdes y carnosas pencas blancas. Su origen se sitúa posiblemente en las regiones costeras de Europa, a partir de la especie Beta marítima, obteniéndose por un lado la acelga y por el otro la remolacha (variedad vulgaris). Fueron los árabes quienes iniciaron su cultivo hacia el año 600 a.C. Tanto los griegos como los romanos conocieron y apreciaron las acelgas como alimento y como planta medicinal. En la actualidad, Europa central y meridional, y América del Norte, son las principales zonas productoras.

Variedades
Las variedades de acelgas varían por el color y el tamaño de sus hojas y pencas. La variedad Swiss Chard, también conocida como Silver Chard o Seakale Beet, presenta las pencas blanquecinas y las hojas verdosas y arrugadas. Sin embargo, la Ruby Chard y la Rainbow Chard, destacan por sus pencas gruesas y rojizas.

Composición por 100 gramos de porción comestible
Energía (Kcal) 28,5
Agua (ml) 92
Hidratos carbono (g) 4,5
Fibra (g) 0,8
Potasio (mg) 380
Magnesio (mg) 71
Yodo (mcg) 40
Vitamina A (mcg de Eq. de retinol) 183
Folatos (mcg) 140
Vitamina C (mg) 20

mcg = microgramos (millonésima parte de un gramo)

Propiedades nutritivas
La acelga es una verdura con cantidades insignificantes de hidratos de carbono, proteínas y grasas, dado que su mayor peso se lo debe a su elevado contenido en agua. Por ello resulta una verdura poco energética, aunque constituye un alimento rico en nutrientes reguladores, como ciertas vitaminas, sales minerales y fibra. Es una de las verduras más abundantes en folatos (vitamina que debe su nombre del latín folium, hoja), con cantidades sobresalientes de beta-caroteno (provitamina A) y discretas de vitamina C. Sus hojas verdes más externas son las más vitaminadas.

Los folatos intervienen en la producción de glóbulos rojos y blancos, en la síntesis del material genético y en la formación de anticuerpos del sistema inmunológico.

El beta-caroteno es un pigmento natural que confiere el color amarillo-anaranjado-rojizo a los vegetales. El organismo, a medida que lo necesita, lo transforma en vitamina A. En el caso de la acelga, el beta-caroteno está enmascarado por la clorofila, pigmento más abundante. La vitamina A es esencial para la visión, el buen estado de la piel, el cabello, las mucosas, los huesos y para el buen funcionamiento del sistema inmunológico. Además, cuenta con propiedades antioxidantes. También participa en la elaboración de enzimas en el hígado y de hormonas sexuales y suprarrenales.

En la acelga, el mineral más abundante con diferencia es el potasio. Sin embargo, esta verdura destaca respecto al resto por su mayor contenido en magnesio, sodio (responsable en parte de su marcado sabor), yodo, hierro y calcio, estos dos últimos de peor aprovechamiento que los que proceden de los alimentos de origen animal (lácteos, carnes y pescados).

El potasio es un mineral necesario para la transmisión y generación del impulso nervioso y para la actividad muscular normal. Interviene también en el equilibrio de agua dentro y fuera de la célula.

El magnesio se relaciona con el funcionamiento de intestino, nervios y músculos, forma parte de huesos y dientes, mejora la inmunidad y posee un suave efecto laxante.

El yodo es un mineral indispensable para el buen funcionamiento de la glándula tiroides, que produce las hormonas tiroideas. Éstas intervienen en numerosas funciones metabólicas, como el mantenimiento de la temperatura y del metabolismo corporal. Asimismo, el yodo es esencial en el crecimiento del feto y en el desarrollo de su cerebro.

Indicaciones y contraindicaciones
En dietas de adelgazamiento, las acelgas simplemente hervidas, al vapor o salteadas con un poco de aceite de oliva, forman un plato muy recomendable. Por su excelente aporte de folatos, es un alimento imprescindible en la dieta de la mujer embarazada. La deficiencia de esta vitamina durante las primeras semanas de embarazo puede provocar malformaciones en el desarrollo del sistema nervioso del futuro bebé. En ensalada su aporte de esta vitamina es mayor, ya que es muy sensible al calor, y al cocerla se pierde parte importante.

Por otra parte, las hojas presentan propiedades laxantes y diuréticas, lo que resulta beneficioso para un buen número de afecciones: estreñimiento, hemorroides, hipertensión y retención de líquidos, entre otras.

Sin embargo, las acelgas contienen bastantes oxalatos. Por ello, deben consumirse con moderación en caso de cálculos biliares o litiasis renal.

En la cocina
El sabor de las acelgas es similar al de las espinacas, aunque algo más suave. Las hojas verdes y finas requieren menos de la mitad del tiempo de cocción que las pencas blancas; por lo que es mejor separar previamente dichas partes, y de esta manera se evita que las hojas queden demasiado blandas por exceso de tiempo de cocción.

Las hojas tiernas se pueden tomar crudas en ensalada. Si son ya viejas, es mejor consumirlas sin los tallos y nervios, ya que aportan un sabor amargo. Así mismo, cuando su nervadura es muy acusada, se utiliza preferentemente la penca, que puede prepararse rellena o rebozada.

Criterios de calidad en la compra y conservación: Disponemos de acelgas en el mercado durante todo el año, aunque la mejor época para su consumo va desde finales de otoño a principios de primavera.

A la hora de comprarlas, los ejemplares de mayor calidad son aquellos con hojas tersas, brillantes y de color verde uniforme (sin manchas), con pencas duras y de color blanco. Si las hojas son muy grandes y arrugadas, quiere decir que ya han florecido o están a punto de hacerlo, y esto hace que sus pencas desarrollen un sabor muy amargo.

Si se compran frescas y se desean congelar, se han de escaldar previamente durante 2-3 minutos en agua hirviendo y posteriormente se congelan.

Es una verdura muy perecedera, por lo que conviene consumirlas en el menor periodo de tiempo. Si la guardamos en el verdulero de la nevera, se conserva unos días más.

Efectos curativos
Esta hortiliza goza de numerosas aplicaciones medicinales y alimenticias, por ser emoliente, refrescante, digestiva, diurética, diaforética y nutritiva.

Se emplea con éxito la decocción de las hojas en las inflamaciones de la vejiga y contra el estreñimiento.Igualmente presta valiosos servicios en las hemorroides y en las enfermedades de la piel.

La acelga en ensalada con zumo de limón, sirve para fortalecer el estómago y vigoriza el cerebro, asi como para desinflamar los nervios.

Contra los cálculos biliares se tomará en ayunas un vaso de zumo de acelga con zumo de berro en partes iguales.

Como laxante en casos de estreñimiento pertinaz, se tomará el zumo de acelga, la cantidad de medio vaso, más una cucharada de aceite de olivas.

Además la acelga es benéfica en las siguientes enfermedades

inflamaciones de los riñones, uretra y pelvis renal, trastornos del higado e inflamaciones de la vesicula biliar, cólicos hepáticos y nefriticos, gota, reumatismo, diabetes, enfermedades de piel como eczemas, úlceras, llagas, etc., hermorragias de los intetinos, inflamaciones del duodeno, enterocolitis, asma, supresión de la orina, emisión dificil o dolorosa de la orina, vómitos de sangre, etc.

Para todos estos casos, se usará la acelga en forma de ensalada o cocida a vapor, o mejor aún, se tomará el zumo crudo.

El cocimiento de las raices es magnifico para las enfermedades del higado, para esto se tomará por tacitas.

Los frutos tostados a manera de café y reducidos a polvo, se tomará la cantidad de una cucharada en una taza de infusión de llantén o en una copa de vina áspero, contra la disenteria, hemorragias uterinas y emisiones abundantes de orina.

Uso de la acelga
La acelga se emplea en las escoriaciones y en general en las inflamaciones de la piel.

En cataplasma se utiliza la acelga contra el zaratá (endurecimiento o cáncer del pecho), hemorroides, úlceras, heridas, llagas.

Contra el reumatismo se usará cataplasma de las hojas frescas de acelga y apio, aplicadas varias veces al dia.

En enemas se utiliza la acelga en cocimiento, especialmente las hojas para combatir los catarros del cólon y alivar los pujos en las diarreas anguinolientas. Asimismo es magnifico este enema en los estados febriles, particularmente en la tifoidea, pero si se desea obener una acción más enérgica se hará hervir la raiz bien triturada con un poco de manzanilla y corteza de malva.


Como preparala
La acelga es un producto de consumo popular, de módico precio y muy interesante por su versatilidad en la cocina: en ensalada, en sopa, rehogada con ajos, con bechamel, rebozada, rellena, como guarnición de carnes o pescados, de postre...

La manera más habitual de comerla es hervida, sola o con zanahoria y patata y aliñada con aceite o rehogada. Cocinada en olla exprés o al vapor garantiza que se aprovechen más vitaminas y minerales. Y si se opta por hervirla, es aconsejable consumir el caldo de cocción o utilizarlo en otras preparaciones culinarias (salvo que se deba cuidar el aporte de potasio y ácido oxálico).

Las hojas verdes y finas se cuecen antes, necesitan la mitad del tiempo de cocción que las pencas; por lo que se aconseja cocinarlas en dos partes, y así se evita que las hojas queden demasiado cocidas y blandas. Las hojas tiernas se pueden tomar crudas en ensalada. Si son ya viejas, es mejor consumirlas sin los tallos y nervios, ya que aportan un sabor amargo. Si la nervadura de las hojas es muy acusada, se utiliza sólo la penca.


Recetas

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