Grosella


ORIGEN Y VARIEDADES




Estas frutas son oriundas de Asia y Europa y se pueden ver en estado silvestre en márgenes de caminos o torrenteras. Crecen en terrenos húmedos y en algunos casos, como el pacharán, se pueden encontrar a 1.500 metros de altitud. Maduran durante los meses de verano y otoño. Actualmente, se cultivan especies con fines comerciales, por lo que es fácil encontrarlas en mercados especializados. Los países productores de grosella negra más importantes son: Italia, Bélgica, Holanda e Inglaterra.



Variedades más destacables:





Grosella roja: (Ribes rubrum L. ). Dos variedades muy populares son la Laxto's número 1 y la Red Lake. En estado silvestre se suelen encontrar en torrenteras húmedas y cerca de riachuelos. Son bayas globulosas que crecen formando racimos. Cuelgan del árbol como diminutas uvas translúcidas. Su sabor varía del ácido al agrio y pueden llegar a ser bastante insípidas.



Grosella negra: (Ribes nigrum L.). De sabor amargo y muy ácido, no se suelen consumir crudas. Las variedades más famosas son las Laxton's giant y la Baldwin de cosecha tardía. En Francia las mejores grosellas negras florecen en el área de Dijon, donde se usan para preparar el reconocido licor Creme casis.



Grosella blanca: (Ribes rubrum). Son variedades poco cultivadas de color blanquecino o rosáceo, siendo las más importantes: Versailleise Blanche, Blanche Juterborg y Blanca de Holanda.



SU MEJOR ÉPOCA



Se puede comprar en los meses de agosto y septiembre. A pesar de su aparente fragilidad, se conserva en buenas condiciones durante un tiempo que puede oscilar entre 3 y 10 días.



CARACTERÍSTICAS



Forma: crece en forma de pequeños racimos, y son similares a las uvas pero de tamaño muy inferior. El fruto es redondo y globoso



Tamaño: tiene un diámetro aproximado de unos 7 ó 10 milímetros.



Color: en función de la variedad encontramos frutos rojos, blancos o negros.



Sabor: su pulpa es carnosa y jugosa, de sabor ácido y algo insípido. Está llena de semillas diminutas que no estorban a la hora de consumir el fruto. Al masticar los granos, su piel fina y delicada estalla en la boca, produciendo una agradable sensación refrescante.





CÓMO ELEGIRLAS Y CONSERVARLAS





Al elegir este tipo de frutas es conveniente fijarse en su color, ha de ser brillante e intenso. Deben encontrarse firmes al tacto y secas, ya que las blandas y húmedas se estropean antes. Se suelen deteriorar por deshidratación, rajado de los pequeños granos que las forman o enmohecimiento.





Normalmente el aroma acompaña al aspecto del alimento y suelen ser frutas muy perfumadas.





No se deben adquirir los frutos que no estén maduros pensando que ya madurarán en casa, ya que esto no sucederá. Tampoco es conveniente adquirirlos demasiado maduros ya que pierden su jugo.







Composición por 100 gramos de porción comestible (Grosella roja - Grosella negra)

Calorías (Kcal) 29,3 - 35,1





Hidratos de carbono (g) 6,6 - 4,4





Fibra (g) 5,5 - 5,8





Potasio (mg) 370 - 280





Magnesio (mg) 1,3 - 1,2





Provitamina A (mcg) 60 - 36





Vitamina C (mg) 200 - 40





Vitamina E (mg) 16,6 - 4,2





mcg = microgramos





PROPIEDADES NUTRITIVAS





Estas frutas son de bajo valor calórico por su escaso aporte de hidratos de carbono. Son especialmente ricas en vitamina C las grosellas negras y las rojas, que tienen cantidades mayores que algunos cítricos. En general, las bayas silvestres son buena fuente de fibra; que mejora el tránsito intestinal, y de potasio, hierro y calcio (estos dos últimos de peor aprovechamiento que los procedentes de alimentos de origen animal), taninos de acción astringente y de diversos ácidos orgánicos. Sin embargo, lo que en realidad caracteriza a estas frutas es su abundancia de pigmentos naturales (antocianos y carotenoides) de acción antioxidante. En la alimentación humana, este tipo de frutas constituyen una de las fuentes más importantes de antocianos, que les confieren su color característico y que están junto con ácidos orgánicos tales como el ácido oxálico o el ácido málico, responsables también de su sabor. La vitamina C tiene acción antioxidante, al igual que los antocianos y carotenoides. Dicha vitamina interviene en la formación de colágeno, huesos y dientes, glóbulos rojos y favorece la absorción del hierro de los alimentos y la resistencia a las infecciones. El potasio es necesario para la transmisión y generación del impulso nervioso, para la actividad muscular normal e interviene en el equilibrio de agua dentro y fuera de la célula.





EN RELACIÓN CON LA SALUD








Los antocianos y carotenoides son abundantes en la composición de todas estas frutas del bosque. Desde el punto de vista bioquímico se caracterizan por poseer una elevada actividad antioxidante; neutralizan la acción de los radicales libres que son nocivos para el organismo. Estas propiedades pueden dar lugar a efectos fisiológicos muy diversos; efectos antiinflamatorios y acción antibacteriana de los antocianos, entre otros. Estas frutas contienen, además de los antocianos y carotenoides, otros antioxidantes como la vitamina C. La ingesta dietética de estas sustancias potencia nuestro sistema inmunológico o de defensas del organismo y contribuye a reducir el riesgo de enfermedades degenerativas, cardiovasculares e incluso del cáncer. Asimismo, la vitamina C tiene la capacidad de favorecer la absorción del hierro de los alimentos, por lo que mejora o previene la anemia ferropénica. Existen ciertas situaciones vitales en las que las necesidades orgánicas de vitamina C están aumentadas, como embarazo, lactancia, tabaquismo, empleo de ciertos medicamentos, estrés y defensas disminuidas, práctica deportiva intensa, cáncer, Sida y enfermedades inflamatorias crónicas. En dichas situaciones, el consumo de bayas silvestres ricas en vitamina C está especialmente indicado.



La fibra es un componente muy abundante en estas frutas, por lo que su consumo habitual durante los meses en los que abundan puede resultar un remedio para tratar el estreñimiento y la atonía intestinal.



Los frutos cuando aún están verdes, son ricos en taninos, que les confiere esa sensación de aspereza en el paladar y resultan astringentes y refrescantes, pero una vez alcanzan su completa madurez, los taninos disminuyen y las frutas adquieren propiedades laxantes, tónicas y depurativas.



Particularmente, los arándanos son ideales para combatir infecciones y para mejorar la circulación periférica. El jugo de arándanos de la variedad roja, ejerce una sorprendente acción antiséptica y antibiótica sobre los gérmenes causantes de las infecciones urinarias, especialmente sobre la Escherichia Coli. En caso de cistitis, se recomienda la toma de un vaso grande lleno de unos 300 mililitros de jugo fresco diario, durante uno a tres meses, como tratamiento y profilaxis.



Además, los arándanos contienen ácido quínico, sustancia que se elimina y acidifica la orina, de modo que evita que se formen cálculos o litiasis renal de fosfato cálcico, no de otro tipo de cálculos.





CÓMO PREPARARLAS








La grosella se puede consumir fresca al natural o en macedonia. Cubierta de leche y azúcar o mezclada con otras bayas (arándanos, frambuesas, moras y fresas) y crema de vainilla para mitigar su sabor ácido, es la mejor manera de tomarla cruda. Una de las preparaciones más apreciadas a base de grosellas rojas es la gelatina. Con ellas, rojas o negras, se elaboran jaleas, mermeladas y confituras para acompañar cruasanes y mantequilla. El atractivo de sus racimos hace que se utilice esta fruta como elemento decorativo en todo tipo de platos; en algunos países de Europa sirve de acompañamiento del cordero.

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