Puerro

ORIGEN Y VARIEDADES




El verdadero origen del puerro no se conoce con certeza, ya que nunca se ha encontrado una variedad silvestre. No obstante, se cree que procede de Mesopotamia, Egipto, Turquía e Israel, donde se consumía hacia el año 3000 ó 4000 a.C. Más adelante fue cultivado por los romanos, quienes, además de ser grandes consumidores de esta hortaliza, la introdujeron en Gran Bretaña, donde tuvo gran aceptación. En la Edad Media, el puerro comenzó a adquirir importancia porque su consumo contribuyó a paliar el hambre de aquella época. Fue entonces cuando su cultivo se extendió por toda Europa y, desde allí, al resto del mundo. En la actualidad, en España, las zonas en las que el cultivo del puerro está más extendido son las del norte, entre las que destacan Navarra, La Rioja y País Vasco. En el continente europeo, el mayor productor y consumidor de puerro es Francia. El puerro consta de tres partes bien diferenciadas entre sí: las hojas verdes, el bulbo blanco alargado y una zona de raicillas adheridas a la base.



En función de su época de cultivo se distinguen diversas variedades que difieren por su longitud, diámetro, consistencia e intensidad de sabor.



Puerros de otoño e invierno: son los más gruesos y de sabor fuerte



Puerros de verano: su tamaño es menor que las anteriores variedades, son más tiernos y presentan un sabor más suave. Sin embargo, suelen tener un corazón leñoso que disminuye su calidad.



Entre una y otra variedad garantizan la presencia de esta verdura en los mercados a lo largo de todo el año.



SU MEJOR ÉPOCA



La temporada del puerro comienza a principios de otoño y finaliza en primavera, aunque es posible encontrarlo en el mercado durante todo el año. En otoño, primavera e invierno, es cuando más se consume porque en verano los puerros suelen ser sustituidos por otros alimentos más refrescantes.



CARACTERÍSTICAS



Forma:es alargada, con un bulbo en un extremo y hojas verdes en el otro.



Tamaño y peso:miden alrededor de 50 centímetros de longitud y de 3 a 4 centímetros de grosor. Su peso oscila entre los 80 y 200 gramos.



Color: el bulbo es de color blanco y las hojas van del blanco al verde oscuro.



Sabor: es parecido al de la cebolla, pero más dulce y suave.



CÓMO ELEGIRLOS Y CONSERVARLOS



Para adquirir puerros hay que tener en cuenta diferentes criterios de calidad. El tallo ha de ser blanco, recto y consistente, sin marcas ni zonas gruesas, mientras que las hojas deben presentar un color verde oscuro y forma plana.



Han de rechazarse aquellos ejemplares que presenten hojas amarillentas, blandas, descoloridas o en mal estado. Esto indica que la parte comestible tendrá una consistencia alterada. Tampoco se deben adquirir puerros cuyas hojas estén secas ni aquellos que tengan el tallo hinchado.



Una vez en casa, hay que cortar el tallo en sentido longitudinal y lavar con agua las hojas. Se deben separar una a una para así poder eliminar la tierra que queda entre ellas. Los puerros se mantienen en buen estado en el frigorífico hasta dos semanas. Una vez que han sido cocinados, han de consumirse en un periodo máximo de dos días porque si no pueden resultar indigestos.



Los puerros congelados duran unos tres meses. Se recomienda cocinarlos sin descongelarlos debido a que su textura empeora y pierden sabor.



Composición por 100 gramos de porción comestible

Energía (Kcal) 39,7





Agua (ml) 89





Proteínas (g) 2





Hidratos carbono (g) 7,5





Fibra (g) 3





Potasio (mg) 260





Calcio (mg) 60





Fósforo (mg) 50





Magnesio (mg) 18





Folatos (mcg) 127





Vitamina C (mg) 20





Vitamina B6 (mg) 0,25





mcg = microgramos (millonésima parte de un gramo)





PROPIEDADES NUTRITIVAS



El agua es el componente mayoritario, lo que, unido a su bajo contenido en hidratos de carbono, convierte al puerro en un alimento de escaso aporte calórico. Además, presenta una cantidad importante de fibra y de algunas vitaminas y minerales.



En cuanto a su composición en minerales, destaca su contenido en potasio, así como en magnesio, calcio y hierro.



El calcio y el hierro apenas se asimilan, a diferencia de lo que sucede con los alimentos de origen animal ricos en dichos nutrientes.



El puerro es una buena fuente de folatos y también aporta vitaminas C y B6, aunque éstas últimas en menor cantidad.



Los folatos intervienen en la producción de glóbulos rojos y blancos, en la síntesis de material genético y en la formación de anticuerpos del sistema inmunológico.



La vitamina C tiene acción antioxidante, participa en la formación de colágeno, huesos, dientes y glóbulos rojos, además de favorecer la absorción del hierro de los alimentos y aumentar la resistencia a las infecciones.



La vitamina B6 actúa en el metabolismo celular y en el funcionamiento del sistema inmunológico.



El potasio es un mineral necesario para la transmisión y generación del impulso nervioso y para la actividad muscular normal, además de intervenir en el equilibrio de agua dentro y fuera de la célula.



El magnesio se relaciona con el funcionamiento de intestino, nervios y músculos. También forma parte de huesos y dientes, mejora la inmunidad y posee un suave efecto laxante.
 
Exceso de peso




Su bajo valor calórico hace que los puerros puedan ser incluidos en dietas de control de peso siempre que se tenga en cuenta la forma idónea de cocinado (plancha, horno, rehogado con poco aceite, microondas...). Además, por su elevado contenido en fibra, el puerro aporta sensación de saciedad, lo que limita el consumo de otros alimentos.



Prevención de enfermedades



Los puerros son una fuente de sustancias de acción antioxidante, en concreto de compuestos de azufre. Los antioxidantes bloquean el efecto dañino de los radicales libres.



La respiración en presencia de oxígeno es esencial en la vida celular de nuestro organismo, pero como consecuencia de la misma se producen unas moléculas, los radicales libres, que ocasionan a lo largo de la vida efectos negativos para la salud a través de su capacidad de alterar el ADN (los genes), las proteínas y los lípidos o grasas.



Existen situaciones que aumentan la producción de radicales libres, entre ellas el ejercicio físico intenso, la contaminación ambiental, el tabaquismo, las infecciones, el estrés, dietas ricas en grasas y la sobre exposición al sol.



La relación entre antioxidantes y enfermedades cardiovasculares es hoy una afirmación bien sustentada. Se sabe que es la modificación del llamado "mal colesterol" (LDL-c) la que desempeña un papel fundamental en el inicio y desarrollo de la aterosclerosis. Los antioxidantes bloquean los radicales libres que modifican el llamado mal colesterol, con lo que contribuyen a reducir el riesgo cardiovascular y cerebrovascular. Por otro lado, unos bajos niveles de antioxidantes constituyen un factor de riesgo para ciertos tipos de cáncer y de enfermedades degenerativas.



Mujeres embarazadas y niños



El puerro es apropiado en la dieta de la embarazada por su contenido en folatos. Esta vitamina asegura el correcto desarrollo del tubo neural del feto, sobre todo en las primeras semanas de gestación. Su deficiencia provoca en el futuro bebé enfermedades como la espina bífida o la anencefalia. Los requerimientos de folatos son superiores también en los niños. Por ello, incluirlos en su dieta habitual es una forma adecuada de prevenir deficiencias.



Potente diurético y laxante



El puerro es rico en potasio y pobre en sodio, y por tanto diurético, lo que beneficia en hipertensión, hiperuricemia, gota, cálculos renales, retención de líquidos y oliguria. Al aumentar la producción de orina se eliminan líquidos junto ácido úrico, urea, etc.



Flatulencia



El consumo excesivo de puerros puede ocasionar flatulencia por su aporte de compuestos de azufre. Por ello, personas con aerofagia o dispepsia pueden no tolerarlos, pero habrá que valorar la tolerancia individual.



Aperitivo y digestivo



Gracias al aceite esencial que forma parte de su composición, el puerro ejerce una suave excitación sobre las glándulas gastrointestinales, lo que facilita el proceso digestivo y estimula el apetito.



Afecciones respiratorias y alergias



El aceite esencial presente en el puerro actúa sobre las vías respiratorias y facilita la expectoración, acción beneficiosa en caso de afecciones respiratorias como catarros y bronquitis. Dicho compuesto puede causar reacciones alérgicas en personas susceptibles que, como es obvio, deberán excluirlos de su dieta.









Cómo prepararlos




Los puerros pueden consumirse crudos, si son tiernos o cocidos. Picados muy finos se pueden añadir a ensaladas, si bien se emplean sobre todo hervidos, como plato único (puerros a la vinagreta) o ingredientes de guisos, potajes de legumbres y hortalizas. La parte blanca del puerro, por ser la más tierna, es la única que se consume, aunque sus hojas verdes también se emplean en caldos y para dar sabor a guisos.



Los puerros se utilizan en la elaboración de purés, hojaldres y pasteles. Son el ingrediente principal de la vichyssoise, crema que puede tomarse fría y caliente, elaborada con puerro y patata.



Esta hortaliza tiene una excepcional acogida en la cocina del norte de España, ya que se utiliza en platos muy diversos entre los que destaca la "porrusalda", plato compuesto por puerro, zanahoria y patata, típico de la cocina vasca.



Los puerros también pueden cocinarse salteados para utilizarlos como guarnición de segundos platos, por lo que son un acompañamiento perfecto de carnes y pescados.



Para hacerlos salteados hay que quitarles las hojas verdes y la primera capa de la parte blanca para poder limpiarlos y eliminar toda la tierra que haya podido quedar entre las hojas. Después de lavarlos, se trocean de manera transversal y se cortan en rodajas que se colocan en una sartén con un poco de aceite. Se deja que la parte exterior se dore y caramelice con un poco de azúcar y sal gorda.

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